Me asaltan libremente palabras inconexas
buscando el zurcido de mi costura.
¡A mí!
pobre incauto conocedor de la fragilidad de la seda,
quizás desean el alivio de mi locura,
protegerme de la lluvia bajo el nylon que me ciega,
quizás son inútil calabozo pasajero de mi impostura,
hacedora de rimas burdas y palaciegas,
tal vez, octavas, quintetos, endecasílabos o malas hierbas
enredándose entre mis hojas con soltura.
¡Ellas!
se enhebran en mi testuz y punzantes aseveran
que son poesía libre y versa.