A la Orilla del Mar

De otoño, una tarde,

subí a lo más alto

de tu logrosana sierra

y, desde allí, una tarde

de niebla, pude ver el mar

 

Una noche, de verano,

fui a tu fuente -el helechal-

y, desde allí, entre un océano

 de estrellas, una noche,

pude ver el mar.

 

A cualquier hora, en primavera,

los días visten tus campos,

de oro, de grana, de verde encinar,

y, entre los jarales, de blancas perlas,

 se puede ver el mar

 

Al amanecer, en invierno,

desde la ermita y, en soledad,

 al consuelo de la dehesa, te aseguro que:

 en el azul de sus ojos, al amanecer,

  se puede ver el mar.

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