De lejos,
a sanarme vengo,
con el agua mansa de tus senos,
para al fin oír esa larga voz junto a tu cuerpo,
a herir el azul de tus tardes de blancos silencios
a indultar en tus labios mi egoísmo y a perpetuarlos de aliento,
de cerca,
vengo a sanarte,
me vengo
del olvido, de la soledad,
del marido, del padre, del hijo,
de la mortalidad
y del Olimpo.