CARBONEROS, PICONEROS Y MINEROS.
Mi padre Jesús y mi tío Juan, por parte de madre, toman unos chatos de vino en el bar “El Circulo” en Logrosán, allá por mediaos de los sesenta, acompañados, o tal vez vigilados, por mi hermana, la Pepi, la cual, seguramente, había estado esperándoles impaciente a su regreso del tajo; las carboneras; las piconeras o las minas.
Los troncos, generalmente de encina o de roble, se colocaban en forma de cono, a modo de chozo, y se cubrían con una capa de tierra de unos veinte centímetros. En la parte superior se dejaba un orificio que hacía la función de chimenea, alrededor se practicaban los respiraderos. Pasados unos veinte días la madera se había reducido a carbón vegetal. El picón es una variedad de carbón vegetal hecho con pequeños troncos y ramas de encina que se apilaban y a los que se prendía fuego, después se les iba echando ceniza por encima de las brasas para que la combustión fuese lenta y procurar que se fuese formando la materia prima. Tanto el carbón como el picón eran de las fuentes de energía más utilizadas para generar calor, así en casas particulares así en negocios: braseros; hornillos; anafres, plancha; fraguas, etc.
Trabajos artesanales, peligrosos y muy duros que transcurrían durante interminables jornadas de sol a sol para sacar cuatro duros con los que alimentar a la prole.
«Nos turnábamos para ir con nuestros maridos a la faena, al corte –de leña- o al acarreo, entre otras tareas, un día una y otro día otra, la que se quedaba en casa, se ocupaba también de cuidar y amamantar a sus hijos y los de las demás» Cuenta mi madre que por aquellos entonces tanto mi tía Josefa, casada con mi tío Pedro por parte de padre, como ella misma tenían hijos de teta, mi hermano Manolo y mi primo Pedro, y que ambas se turnaban, la que quedaba en casa hacía las veces de madre de leche para ambos retoños. Aquello siempre llamó siempre poderosamente mi atención, mamar de dos madres.
Madrid, 25 de Junio de 2020
Pedro Moreno Parrina.