JULIA MAYORAL MÁRQUEZ

      PROFESORA Y ALCALDESA  DE ALANGE

La extremeña Julia Mayoral Márquez, nacida en Santa Amalia (Badajoz) en 1902, fue una de las primeras alcaldesas que hubo en España. Estudió Enseñanza Primaria y aprobó Magisterio en Badajoz con 18 años, a pesar de la consecuente problemática que suponía para una mujer cursar estudios superiores, pasó su juventud en Mérida donde además preparó y aprobó las oposiciones, ejerció como profesora en varias localidades extremeñas; Táliga, Alburquerque, el Pino, etc., y obtuvo una plaza como interina en Alange (Badajoz), de la que tomó posesión el 26 de enero de 1933.

Si bien aparece en diferentes artículos periodísticos y páginas de internet como la primera alcaldesa de España, no lo he podido corroborar fehacientemente, ya que ese hecho histórico también se lo adjudican a otras mujeres, tal vez si lo fue en lo referente a Extremadura, pero tampoco lo he podido corroborar, en cualquier caso creo que lo importante no es si fue o no la primera sino por los motivos expuestos en este artículo.

Su nombramiento vino como consecuencia de una comisión gestora tras la llegada de la Segunda República en 1931, ya que el Parlamento decidió anular los resultados de las elecciones municipales, dichas comisiones debían estar

formadas por tres representantes; uno nombrado por los obreros, otro por los contribuyentes, con poder adquisitivo, y otro debía ser funcionario. Julia Mayoral representaba al sector de los funcionarios públicos y en principio no contaba con la simpatía y el beneplácito de la población pero supo ganárselos por su determinación y valentía para afrontar los graves problemas a los que hizo frente, como por ejemplo el alto nivel de analfabetismo de aquellos años en Extremadura que alcanzaba al 47 por ciento de la población, en Alange era del 60 por ciento, la lucha por la reforma agraria y su resolución para combatir el paro, entre otros, donde demostró su valía como mujer y su preparación intelectual.

La recién nombrada alcaldesa no salía de su asombro ya que ella misma confesaba que siempre se había mantenido al margen de la política y su dedicación estaba encaminada a la enseñanza, era profundamente religiosa y afín a la monarquía, pero aceptó el nombramiento a pesar de su ideología, vio una oportunidad de trabajar por el pueblo y tomó la determinación de conseguirlo.

El hecho de tomar posesión del cargo avivó la polémica sobre la intervención de la mujer en la política, por ser aquella una época muy machista, en la que las féminas aún no tenían reconocidos sus derechos al voto, ya que no hay que olvidar que la primera vez que pudieron votar las mujeres fueron en las elecciones generales celebradas el 19 de noviembre de 1933.

La prensa de entonces debatió el tema con mucha polémica; no por el nombramiento de Julia, que pronto supo granjearse la estima y la confianza del pueblo de Alange por su honradez y buen gobierno local, sino por la disputa entre partidarios y detractores de la elección de mujeres para el cargo de alcaldesa. Los detractores argumentaban que las mujeres eran más sensibles, más emocionales y sutiles por propia naturaleza, de manera que ello sería un obstáculo para que pudieran tomar las firmes y determinantes decisiones que el puesto requería. Por el contrario, los partidarios de que pudieran acceder al cargo argumentaban que a los hombres y a las mujeres se les debían otorgar igualdad de derechos, para que ellas no resultaran discriminadas.

Como anécdota destacar que el diario La Libertad de aquella época escribió: “la alcaldesa ha dado muestras de una entereza varonil”.

La alcaldesa ejerció su cargo con solvencia, diligencia y eficacia. Tomó algunas medidas valientes, como fue, ordenar y conseguir que las tabernas se cerraran a las diez de la noche; hecho que no tuvo gran oposición por parte de los obreros, ya que al parecer estaban encantados con ella, trabajó sin descanso por resolver el problema del paro agrario en la localidad que gobernaba, problema que se extendía por toda Extremadura con una crueldad tremenda para los jornaleros del campo.

Julia Mayoral fue un ejemplo por su comportamiento objetivo e imparcial en la enseñanza, así como en otros asuntos de Estado, en la alcaldía dio una lección de justicia e imparcialidad, en ambos ámbitos demostró su valía como mujer con excelente preparación intelectual, que le hizo acreedora de un reconocido prestigio por su alto sentido de la responsabilidad.

Nota: Este artículo lo he redactado tras consultar para páginas de internet, periódicos de la época y un archivo sonoro de la profesora Isabel Collado, estudiosa de la figura de Julia.

Madrid, 30 de noviembre de 2019

Pedro Moreno Parrina

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