Triciculo2HISTORIA SOBRE UN TRECÍCULO

¡Ven acá pacá que te vi a ici cuatro cosas! ¡Qué vengas pacá que ta estoy esperando! -le grita de nuevo- ¡Que no sé ni lo que te jago!

-La Manuela, con los brazos en jarras y los puños apoyaos en la caera, ocupa toa la puerta de la entrá a casa, espera a que el hijo se acerque a su altura-.

-Luisito permanece inmóvil-.

-¿Me pués icí aonde as´estao pa veníl como vienes jecho una pena, toito comío en mierda? ¿Qu’as estao jaciendo, juegando con los amigotes, no? Toa la tarde dando la pelma a la hora la siesta, ¿No ta tengo dicho yo que na más salí de la escuela te tiés que venil pa la casa y que no se pué salí hasta endispué de almorzá? ¿As comío algo, o as jecho como siempre; remové el plato y echarselo a los tutos? ¡Si tu pare levantase la cabeza y viese el hijo tan malaje y bandío que l’a salío!

Luisito sabe que debe guardar una distancia prudencial por si se escapa una guantá, así que camina despacio hacia su madre, con la cabeza gacha, mirando al suelo; en actitud de arrepentimiento, midiendo los pasos, cada vez más cortos, levantando apenas la mirada, cuidadoso. A unos cinco metros de distancia -la que él considera sensata- se para, no dará un paso más, sabe que esa puerta es infranqueable, y no se moverá a no ser que su madre le insista, o lleguen a un acuerdo.

Levanta la vista y ve a la madre con el pañuelo negro sobre la cabeza, mirándole fijamente. Él, pensativo, permanece atento a cualquier movimiento de las manos de su madre por si se agacha para despalgatarse y tener tiempo suficiente de salir jarreando en sentido contrario, huir de la azotaina que le espera si por un descuido le echa mano, así que como hace siempre que su madre se enfada, esperará a que se la pase el caldeo-.

-Anda…, entra pa entro a lavalte, que aluego ya palraremos. Y no te metas el deo en la narí, que ta tengo que dicho no te saques los mocos.

-No me los saco mama, me los meto pa´entro. ¿Me promete usté que no me va a pegar, no?

-La madre asiente-

-Luisito entra en casa, se limpia las boceras, se acicala el pelo con el viejo peine de su padre, se quita los jarapales y se encarama a la cancha del patio de casa esperando la merendilla. En tanto, su madre le prepara un canto de pan con jamón, tomate y aceite-.

-¿Tas pegao con alguno? porque traes las roillas estrozás y los pantalones to rajaos.

-Si, mare, hoy no me podía escapar, eran cinco.

-¿Y te han dao pal pelo o le has dao tu a ellos?

-Hoy he ganao yo porque he perdío.

¿Y eso como pué ser asín? Las cosas tién que sé como tién que sé, si as perdido, as perdió y si as ganao, as ganao.

-He ganao porque antes de juegá ya había pensao en dejarme ganá, así que he ganao porque ya había tomao la decición de perdé,

-¿Me lo pués esplicá?

-El que pierde tiene que repartí los bolindres y cristalones que tiene, y mis amigos ya no tenían nenguno. Agora tos tenemos unos pocos y podemos juegá otros más días.

-A vé, yo no ta entiendo jomío, vamos a dejailo así. ¿Aonde está el trecículo que yo te truje?

-Lo perdío, lo dejé detrás del cuartelillo y aluego no lo encuentro.

-Si a visto yo al Manué, el hijo de los civiles subío en él, ca’stao paseándose y pavoneando delante la de casa toa la mañana pa que yo lo viera.

-Sabe usté mare; él también había perdío su trecículo y era igualito que el usté ma comprao, a lo mejó ese es el suyo que l’a encontrao.

-Tupía me tienes, jartita estoy de ti.

-Como usté dice mare: las cosas tién que sé como tién que sé, y tién que está con quien tién que está.

-¡Ay Dios mío, yo no sé lo que va a sel de ti!

-El papa siempre me decía que se pué ser gitano y también se pué ser cristiano, y que si vive en el bosque hay llevarse a bien con los lobos, y en viviendo en el pueblo me llevase a bien con los payos, y allí donde quiera que viviese me llevase a bien con los gitanos.

Madrid, 25 de julio de 2020

Pedro Moreno «Parrina»

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