Ayer tarde descubrí tus ojos
expiando los míos,
ingenuos, teñidos de pardo, oscuros,
acechantes como lobos
persistentes y profundos
El intenso verde oliva de tu retina
escudriña mi pupila
tan atenta y pertinaz
como temerosa y lasciva.
Se desvanece el cristalino,
al crepúsculo, en amor rendido,
espera un guiño en tus mejillas
con una mirada, se entregan la vida,
con un beso, sellan sus destinos.