Testamento matrimonial

La vida, simplemente ocurre, nos elige para vivirla.

El amor, simplemente sucede, nos escoge para amar.

La felicidad no es tan simple, no es algo que ocurra o suceda, la felicidad, también en el matrimonio, debe crearse día a día. La felicidad no es una meta u objetivo, es una recompensa.

Debéis saber que el tiempo nunca vuelve hacia atrás, que lo que importa realmente es el camino que habéis recorrido, que lo habéis hecho unidos, que tenéis intención de continuarlo, y que sabéis hacia donde os dirigís.

En eso consiste el matrimonio, en caminar juntos, pararse juntos, y juntos enfrentarse al mundo, y debéis saber que cualquier lugar sirve cuando se está enamorado.

Tenéis que aprender a construir vuestro hogar, sin esperar que nadie os traiga nada, que el amor no es un contrato, ni los besos, ni las promesas, ni los regalos. Debéis saber que el mañana es incierto y el que el futuro tiene la costumbre de caer en el vacío. Debéis saber que la persona a la que amáis, la persona que os ama, también os puede herir, y podéis herirla, y tendréis que aprender a perdonarla y aprender a perdonaros a vosotros mismos, porque todos cometemos errores y hay cosas en la vida que no dependen de nosotros sino de las circunstancias, y tendréis que adaptaros a ellas, pero lo importante es que si uno cae, el otro siempre ofrezca su mano para levantarla.

Tenéis que saber que se tardan años en crear confianza y tan solo unos segundos son necesarios para destruirla, que hablar alivia el dolor del alma y que se puede disfrutar durante horas sin hacer ni decir nada solo por el placer de estar en compañía de la pareja.

Solo con el tiempo sabréis donde habéis sido capaces de llegar y qué cosas habéis sido capaces de superar y que realmente la vida merece la pena cuando uno se enfrenta a ella, mucho más si es junto a la persona amada, compartiendo penas y alegrías.

Formad en el amor una familia, haced cosas el uno para el otro, no con actitud de servicio o sacrificio sino con espíritu de gozar. Hablad con palabras precisas, demostrad gratitud, no busquéis la perfección, cultivad la flexibilidad, la paciencia, el respeto, la comprensión, y sobre todo el sentido del humor. Buscad aquellas cosas que os complementen y procurad minimizar las dificultades. Estableced una relación de equilibrio entre independencia individual y dependencia mutua, entre responsabilidad y obligaciones recíprocas.

Y aunque os parezca difícil, tened presente que, en este día, y todos los demás días, las pequeñas cosas son y serán las grandes cosas;

No olvidéis decir “te quiero” te amo, te necesito, te deseo, no olvidéis desearos las buenas noches, despertaros con un buenos días, besaros, abrazaros, cantar, bailar, pediros perdón, perdonaros, y sobre todo, no olvidéis caminar juntos con el único objetivo de caminar juntos.

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