Y SI APRENDIÉRAMOS

 

Y si aprendiéramos que nuestra felicidad depende de la felicidad de las personas cercanas y de la sociedad en la que vivimos y de la que formamos parte y aprendiéramos a hablar y a escribir y a entretenernos menos y a escuchar y a leer y a tenernos y a detenernos y a retroceder y a reflexionar y a avanzar y a continuar y a reír y a sonreír y abrazarnos más y a diferenciar entre la realidad y lo virtual y entre los errores y los aciertos y entre la seguridad y la esperanza y el fracaso y lo incierto y afrontar nuestros miedos y a no ocultarlos y a ser libres y a disfrutar de la vida respetando la de los demás y a asumir responsabilidades y a llorar juntos cuando hay que llorar y nos dedicásemos a encontrar nuestro lugar en el mundo y a pensar y llegar a conclusiones de que a pesar de que solo seamos un grano de arena en el desierto o una gota de agua en el mar también somos oasis y océanos y minerales y vegetales y animales y aprendiéramos a no permitirnos ser fácilmente manipulados y engañados y a decirnos las verdades a nosotros mismos y a los demás y a preocuparnos menos y ocuparnos más de nuestra tierra de nuestro planeta de nuestro universo de nuestra cultura de nuestra lengua y de nuestros padres y de nuestros hijos y a distinguir entre lo falso y lo real y entre un pariente y un familiar y entre un verdadero amigo y un simple conocido y entre la maldad y la bondad y a aceptarnos como somos y a ser conscientes de que no a todo el mundo le gustas ni le gustaste ni le gustarás por ser tal como eres y que para unos seremos lo mejor y para otros mejor no saberlo y aprendiéramos la diferencia entre ser distintos y diferentes y no indiferentes y a dejar atrás lo que nos daña y apartarnos de quienes no nos quieren o no nos respetan y para quienes no somos sino una opción y a sentirnos parte de un grupo de un pueblo de una ciudad de un mundo diverso y multicultural y de nuestra propia soledad y a descansar satisfechos al final del día sabiendo que hemos hecho lo correcto y lo mejor que sabemos y lo mejor que pudimos y lo mejor que nos permitieron y que en todo caso lo hemos intentando y seguiremos intentando aprender a perdonarnos a entendernos a comprendernos a escucharnos a apoyarnos a llegar a acuerdos y a respetarnos y sobre todo…, y si aprendiéramos que vivir también es morir y soñar…

En cualquier lugar, a

22 de enero de 2023

Pedro Moreno «Parrina»

 

DEL BOLLO AL HOYO…

 

Un bollero de mi pueblo hizo un día un bollo que no vendía. Preguntó a sus vecinos que por qué no se lo compraban; éstos le dijeron que no tenían dinero, entonces empezó a regalarlos a cambio de que publicitaran su panadería por los pueblos de alrededor, donde parecía que si lo tenían -dinero me refiero-. Entonces sus vecinos, unos por uno y otros por otro,  todos con la misma motivación e intención -tener bollos de balde-, comenzaron a decir que no los hacía como a ellos les gustaban; que no estaban suficientemente esponjosos; que les faltaba azúcar o que la tenían en exceso; que eran poco consistentes; que eran demasiado grandes o demasiado pequeño o, simplemente, cogían el bollo y se marchaban sin decir nada. De este modo ellos tenían bollos gratis, siempre y cuando no los publicitaran por los pueblos de alrededor. Y así fue que fue regalando bollos a diario a ver si conseguía convencer a sus vecinos con el bollo perfecto; que agradase a todos. Y así fue que comenzó a cavar su propio hoyo.

MORALEJAS

-No regales aquello que vendes.

-No busques la perfección en la opinión de los demás.

-Si quieres resultados diferentes no hagas las mismas cosas, o hazlas indiferentemente.

«A caballo regalao no le mires el dentao: Este refrán popular recomienda aceptar los regalos de buen grado y sin poner reparo alguno, pues se considera descortés el analizar exhaustivamente la calidad del obsequio, así como resaltar sus defectos o fallos. Actualmente hay en redes sociales demasiados caballos regalaos, algunos excelentes, pero; por desgracia, lo que más vende es precisamente ser descortés, grosero, ordinario, incorrecto, maleducado, desagradable o, en todo caso, indiferente…

Manzanares el Real,

28 de diciembre de 2022

Pedro Moreno «Parrina»

 


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